El valor del Cero

Por Diego Martínez.

La ley 19.360 de la República Oriental del Uruguay, establece que “Todo conductor estará inhabilitado para conducir vehículos de cualquier tipo o categoría, que se desplacen en la vía pública, cuando la concentración de alcohol en sangre o su equivalente en términos de espirometría, sea superior a 0,0 gramos por litro”.

Esta norma cuenta ya con más de cinco años de vigencia y desde hace unos meses, además, con un estudio realizado por investigadores de Estados Unidos, que avala sus bondades. El trabajo, publicado en la revista Addiction (agosto 2020), concluye que la aprobación del alcohol cero en Uruguay salvó vidas (“Assessment of the impact of implementation of a zero-blood alcohol concentration law in Uruguay on moderate/severe injury and fatal crashes: a quasi-experimental study” / sus autores, vinculados a la organización RAND, sin fines de lucro, son Steven Davenport, Michael Robbins, Magdalena Cerdá, Ariadne Rivera-Aguirre, Beau Kilmer). Del primero de los autores, pueden conocerse comentarios personales a través de la excelente nota del comunicador Leo Lagos (“la diaria/ ciencia”, 10 de octubre de 2020).

En el curso de las últimas semanas se han escuchado voces desde ámbitos oficiales, que promueven derogar esta ley y regresar a un sistema en que se tolere la ingesta de alcohol a conductores, hasta 0,3 gramos por litro. En esa línea se han encaminado, entre otros, el actual ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Carlos Uriarte, el senador Sergio Botana y el Director del INAVI, enólogo Ricardo Cabrera.

También se han escuchado voces, rotundas, en el sentido de mantener la vigencia de la ley y el cero absoluto. Entre ellas la del ministro de Salud Pública, doctor Daniel Salinas, del presidente del Sindicato Médico del Uruguay, Gustavo Grecco, de la presidenta de la Federación Médica del Interior, doctora Patricia Nava y también de la vicepresidenta de la república, escribana Beatriz Argimón.

Como es lógico, existen al mismo tiempo puntos de vista que reservan un pronunciamiento definitivo hasta contar con mayores informaciones. No es éste último, ni el primero de los referidos, el criterio de revista PóLIZA.

Nuestra publicación sostiene el Cero absoluto desde diciembre del año 2010, cuando desde su espacio editorial promovió igualar a conductores profesionales y aficionados en la cero tolerancia de alcohol en sangre. No es que se sume a la corriente que propicia el mantenimiento de la ley vigente y por consiguiente el cero absoluto para todos los conductores –lo que observa con ojos muy favorables y apoya cien por ciento- sino que, como criterio a promover y defender con uñas y dientes, lo precede en varios años.

Uruguay ha generado activos únicos en el mundo. Somos un país cero humo de tabaco en lugares públicos, somos un país cero alcohol en sangre para todos los conductores. ¿Es tan difícil entender el valor de esos logros? En un mundo de desconciertos y de cuestionamiento de valores y límites, Uruguay se presenta como una comunidad cierta, clara, con normas que marcan límites indubitables.

¿Qué “copita de vino” vale la pena tomarse para echar por tierra ese poderoso mensaje que nuestro país emite hacia sí mismo y hacia la comunidad internacional?

En la antigüedad el cero era un concepto relativo a la ausencia de unidades. Egipcios, griegos y mayas manejaban figuras indicativas de su existencia, pero no en los términos en que hoy se le concibe, aplica y utiliza. No se vislumbraba la posibilidad de su uso, positivo, activo, en los cálculos y en las matemáticas, pues se lo identificaba con la nada, negativa, pasiva. Era un cero imperfecto.
Desde el siglo IX, los pensadores de la India, además de conceptualizarlo positivamente –la nada existe- lo definieron como número, como signo numérico que pasó a adquirir un fantástico valor práctico y operativo. Luego, los árabes lo acercaron a Europa, donde ingresó por el norte español, se expandió en ese continente y siguió un largo periplo de cuestionamientos, sospechas y prohibiciones católicas. Hasta que la razón triunfó.

Pues en Uruguay existe quien desea volver al cero imperfecto. Y hasta ponen de ejemplo a países de Europa donde se tolera cierta ingesta de alcohol a los conductores. ¿También los ponen de ejemplo cuando se trata de analizar si esos mismos países han hecho las cosas mejor que Uruguay en la gestión de la pandemia? ¿Queremos parecernos a esos mismos países enterrando miles de muertos por la mala gestión de la pandemia en sus territorios?

Resultó muy clara la precisión del presidente del SMU, doctor Grecco, cuando dijo que en este país la tasa de muertes por millón de habitantes, lesionados graves y personas con secuelas «triplica a la de los países desarrollados», así como que «la red vial aún tiene mucho para mejorar» y que «la seguridad de los vehículos aún se paga como lujo».

Pues personalidad. Somos nosotros. A nadie se le prohíbe beber en Uruguay. Sólo se trata de hacerlo en respeto a normas que apuntan a un consistente mecanismo preventivo. El notable incremento en el consumo de vino registrado el año pasado -en un sistema de tolerancia cero como el vigente- da cuenta que la solución no viene por el lado de modificar la ley vigente. 

Uruguay debe mantener el cero perfecto. El cero perfecto es el más cercano a la vida y a las precauciones que la preservación integral de ésta demanda.

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