Debe terminar la improvisación

En Uruguay nos jactamos de la ausencia de desastres. Ni terremotos, ni guerras, ni pestes, ni inundaciones. Sin embargo, en la medida que corrieron los días luego del pasado 23 de agosto, entendimos que el huracán que pasó por aquí fue parecido al Katrina. Con dos diferencias, una en el nombre, que el nuestro no tenía, y otra en los efectos, menos dañinos aquí. Nos protegió el carácter de nuestra construcción edilicia y por eso la situación no desembocó en un desastre generalizado.

Pero la desgracia campeó, se perdieron varias vidas humanas y ocurrieron múltiples daños materiales.

No todo terminó ahí. Hasta ahora no se ha podido saber qué ocurrió con la advertencia meteorológica que debió hacerse a la población. Tampoco hemos sabido de iniciativas para organizar grupos civiles de rescate y apoyo, que ante situaciones similares puedan en el futuro ofrecer una respuesta inmediata a los afectados.

Entendamos bien: murieron habitantes de esta tierra, miles de árboles cayeron, cables, antenas, viviendas, se desmoronaron. Cantidad de vehículos resultaron destruidos. No lo vimos por televisión. Ocurrió aquí, en vivo y en directo.

Llama la atención que nada se disponga para prevenir situaciones similares. Seguimos atendiendo, por ser generosos en el concepto, lo urgente y no lo importante. Ocurre también con el fuego y con el tránsito.

De pronto arden centenares de hectáreas forestadas. Luego, parece libretado, nos enteramos que un asado provocó todo y que la dotación de bomberos de esa zona es apenas testimonial.
En el tránsito tenemos nuestra peor epidemia. Centenares de personas mueren en este país cada año. Y la historia se repite doblemente, pues quienes más mueren, además, son los jóvenes.

Es hora, pues, de superar esa historia de nunca acabar, por la cual siempre estamos detrás de los problemas, a los tropezones y perdiendo por goleada. Eso se llama improvisación y debe terminar.
Los operadores públicos, aseguradores, corredores, prevencionistas, comunicadores, forestadores y vecinos, deben establecer un ámbito permanente desde el cual definir estrategias para prevenir desastres. Y así, estar siempre un paso delante de los problemas.

DIEGO MARTÍNEZ / DIRECTOR

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