Nuestras libertades, nuestras carnes, el mate y nuestro fútbol son, en pocas palabras, una forma de ver y sentir al país, de vivir el Uruguay. Durante la reciente competencia en Sudáfrica, los uruguayos y el mundo entero vimos, sentimos y vivimos, además, seguramente por primera vez, el alma, sí, el alma de nuestro país.
El diario Pravda de Rusia escribió que: «Los jugadores de Óscar Washington Tabárez son héroes porque consiguieron hacer en esta Copa FIFA 2010 mucho más que ninguna otra selección. Piensan en conjunto. Trabajan igual. Luchan, sangran… y siempre respetan. Respiran y honran el peso de su camiseta. Sienten amor por la Patria y muestran el alma indomable uruguaya. Por eso no importa mucho si esta maravillosa selección es tercera o cuarta, porque ya elevó a Uruguay a un nivel histórico en el deporte mundial.» ¿Puede haber una fotografía más contundente de lo que todos hemos visto, sentido y seguimos viviendo a partir de la actuación celeste?
Se estima que seis veces la actual población mundial vio imágenes televisivas de la competencia. Son millones y millones quienes hoy nos colocan por fin en el mapa. Diego Forlán, reconocido como el mejor jugador del torneo con el Balón de Oro, añade un brillo especial al desempeño del equipo. Centenares de miles de compatriotas salimos a las calles a celebrar la llegada del seleccionado, en una demostración sin antecedentes. ¿Y ahora qué?
Una tentación facilista nos podría llevar a decir que «la historia nos ofrece una inestimable oportunidad». Pero el ejemplo que tenemos a la vista propone una reflexión radicalmente diferente. No es la historia la que determina nuestro proyecto, sino que estamos ante una decisión de compatriotas de modificar la historia. Ni más ni menos que lo que, párrafos más arriba, se reproduce del diario Pravda. Nuestro seleccionado no encontró una oportunidad, la construyó. Basado en factores materiales y en una actitud que hace sentir sin cesar un motor intangible: el alma de Uruguay.
Y es el vigor de este ejemplo el que convoca a todo el país. Hay un ejemplo uruguayo para afuera y otro para adentro. Uruguay ha demostrado al mundo talento, eficacia, fe, audacia, respeto, armonía, corrección, solidaridad. Calidad. Hay un ejemplo simultáneo hacia adentro, por el cual nos demostramos a nosotros mismos el valor de un modelo basado en la cultura de equipo, en el compañerismo, en la unidad de sentimientos y de objetivos, fundamentado además por una clara voluntad de prosperar, de avanzar cada vez hacia un estado mejor.
Estamos protagonizando la gestación de un momento fundacional. Ocurren cosas, situaciones, hechos que no conocíamos, o no habíamos vivido, ni siquiera imaginado. Y que serán para las actuales y futuras generaciones referentes, espejos, modelos de vida.
La oportunidad existe. La tarea para convertirla en un camino hacia la felicidad de nuestra gente es aplicar y ejercer a cada paso todos esos valores con los que tantas y tantos, dentro y fuera de Uruguay, nos sentimos convocados y comprometidos.
En particular, nuestro mercado de seguros es responsable de uno de los tantos motores que ha impulsado a nuestro seleccionado. Por su sanidad, su transparencia, sus actores, por su decisión hacia la libertad y la calidad en estos últimos quince años, nuestra plaza de seguros también ofrece un ejemplo capaz de sumarse y potenciar esta nueva gesta que Uruguay emprende. A la cancha, pues.
DIEGO MARTÍNEZ / DIRECTOR